Por: Hugo Reyna
Los usuarios del Puente Internacional Hidalgo-Reynosa tienen que pasar desagradables encuentros con los múltiples vendedores y mercachifles que se han adueñado del cruce internacional que lo han convertido en un mercado o tianguis, en donde no se vende, si no que se acosa y hostiga a los automovilistas.
Desde los limpiavidrios que de un salto ágil se trepan a los autos, así como los vendedores de toda clase de fritangas, artesanías e implementos para el hogar.
Los vendedores ambulantes se desplazan en ambos lados del puente internacional, ingresando a territorio de los Estados Unidos de América, en donde los agentes de aduanas y de la policía los observan de lejos sin inmutarse, o aparentemente sin darles mucha importancia a la invasión territorial.
Es en las inmediaciones del Puente Hidalgo, en donde se libra una auténtica batalla por impedir la vendimia y molestia del constante toqueteo a los vidrios de las puertas, en donde se ofrece agua, papas y chicharrones, machacado, alcancías, artesanías, coberturas de volante, dulces, frutas, etc.
Sin que ninguna autoridad de ambos lados de la frontera haga nada al respecto, los vendedores ambulantes se multiplican y llegan a los extremos de chocar entre ellos en su andar apurado ofreciendo sus mercancías a quienes se aprestan a cruzar al lado norteamericano.