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Oficios en época de COVID

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A pesar de todo hay ánimo y mucha voluntad
domingo, 21 de junio de 2020
Por: Tania Castillo
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Prestadores de servicios en la Zona Centro, boleros, guachacarros, artesanos y artistas callejeros también han sido impactados
Tradicional Mercado Zaragoza resiente los efectos


Para aquellos que desempeñan un oficio y viven del ingreso que obtienen al día, la pandemia de coronavirus ha representado un fuerte impacto a su economía, porque aunque muchos decidieron seguir saliendo a las calles a desempeñar su labor, tuvieron que enfrentarse a la poca movilidad social y la caída en la disminución de la demanda de sus productos o servicios.


Al inicio de la contingencia la mayoría se resguardó en sus hogares ante el temor de resultar contagiados del virus COVID-19, pero el llamado a confinamiento se extendió varias veces por más de 2 meses y los recursos ahorrados fueron mermando, lo que orilló a algunos trabajadores a volver a salir a las calles del primer cuadro de la ciudad para tratar de obtener al menos lo suficiente para satisfacer las necesidades más básicas.


Ejemplo de ello es el señor Miguel Carvajal, hombre de la tercera edad que pasa sus días en las calles aledañas a la Plaza Principal Miguel Hidalgo, sirviendo como “guachacarros”.

A él le tocó salir a buscar el sustento, pues por falta de documentos para concretar sus trámites no ha podido acceder a su pensión ni a programas de asistencia social similares.


“Desde que empezó esto no he dejado de venir pero nada más un rato y me voy, y procuro no juntarme con mucha gente porque hay que guardar la distancia, de otra manera está uno más en peligro”.


Agregó: “Aquí no le puede ir a uno mejor o peor, aquí nada más al día, la gente de Presidencia y del Banco llega y se va hasta las 5, no hace uno nada, si estuvieran constantemente entrando y saliendo otro sería el ingreso, como antes… Ayer me llevé 5 pesos, pero qué le hace uno”.


Otro de los que tuvo que volver antes de que las autoridades permitieran la primera fase de la reactivación económica, fue Juan Rivera que se desempeña como bolero en la Plaza Principal.

En su caso contó con el apoyo de sus hijos para cubrir el pago de servicios de agua, luz y renta, pero aún así se animó a volver a trabajar.


“Como los negocios estuvieron cerrados y no había gente, nuestro trabajo fue muy poco, básicamente nada, pero hubo personas que de alguna manera nos ayudaban con alguna comida, tacos, algunas despensas, y eso para nosotros fue de gran ayuda; como lo digo, trabajo no ha habido mucho, pero lo que soy yo, tengo hijos que trabajan y me echan la mano para los pagos de luz, agua y renta”.


Juan destacó que su ingreso se ha visto afectado en un 90%, pero no pierde las esperanzas de recuperarse y continúa asistiendo a su espacio para no perder a sus clientes más fieles.


“Seguimos viniendo porque no nos conviene parar porque de por sí no tenemos suficientes ingresos, tenemos que seguir echándole ganas”.


Aunque cuentan con mejores condiciones de trabajo al tener la posibilidad de rentar un local con algunas comodidades, a los comerciantes del Mercado Zaragoza también les pegó la pandemia, especialmente porque su mayor fuente de ingreso es el turismo estadounidense que actualmente sólo cruza hacia México para actividades esenciales, como la compra de medicamentos o consultas.


Los 85 locatarios de este mercado mantuvieron cerradas sus puertas durante 2 meses, posteriormente algunos se aventuraron a realizar algunos trabajos por encargo y a entregar por alguno de los 5 accesos del edificio, lo que aunque no fue mucho, sirvió bastante para mantener el ánimo y cubrir algunos servicios.


“Una que otra persona venía pero cuando no hay ninguna entrada de dinero y te cae cualquier cosita das gracias a Dios”, manifestó Patricio Hernández Polina, líder de los locatarios del Mercado Zaragoza y joyero.


Una vez que la autoridad permitió la reapertura parcial, el 30% de los locatarios se animó a abrir nuevamente sus puertas, pero una mayoría decidió esperar al ser personas de edad avanzada y que tienen mayor riesgo de complicaciones si llegan a contagiarse.


“Los que estamos aquí decidimos que nos vamos a arriesgar porque no hay otra manera de sobrevivir, por eso entendemos a gente que está en la calle, que vive al día, es muy difícil, tal vez no ahorita, tal vez en unas semanas; uno se da cuenta que la economía no está bien cuando la gente viene y empeña o vende sus cosas”, agregó el representante de locatarios Hernández Polina.
La emergencia sanitaria sacudió la rutina de los mexicanos, y aunque ha sido difícil enfrentar los retos que ha traído consigo, también ha sido factor para evolucionar y que ha dejado en claro que siempre hay que estar prevenidos para salir airosos de las emergencias.


“Tenemos que adaptarnos a una nueva manera de vivir, de sentir, y cuidarnos más que todo por el bien de todos, lo material sí lo necesitamos pero hay que darle prioridad a nuestra salud… Me ha afectado en todos los aspectos, pero en lo personal me sirve de experiencia para más adelantito estar un poco más preparado para todo, físicamente, mentalmente, emocionalmente y principalmente espiritualmente”, externó el artesano Teo, quien ofrece bisutería en la Peatonal Hidalgo.


El índice de contagios de COVID-19 sigue creciendo en Tamaulipas, razón por la que el Comité Estatal de Salud determinó aplazar el avance del semáforo de riesgo a color naranja, incluso existe el riesgo de volver a confinamiento, por lo que el regreso a la normalidad aún se ve muy distante.


Sin embargo, gente como Miguel, Juan, Patricio y Teo, que no cuentan con un empleo formal y tienen que salir a buscar el sustento diario, continuarán desarrollando sus oficios en las calles del centro de la ciudad, con la esperanza de que aquellos que salen requieran de sus servicios y los ayuden a llevar una moneda a sus hogares mientras pasa la contingencia y recuperan la oportunidad de tener una mejor calidad de vida.

 

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