Cd. de México (03 julio 2022).-

Pese al boicot, Joe Biden estaba en su momento: antes de hacer su gran anuncio en materia de migración, caminó al frente de todos los Jefes de Estado y representantes de Gobierno que habían asistido al evento de la Cumbre de la que era anfitrión.

El Mandatario estadounidense subió al estrado primero y se dirigió al micrófono, donde sonrió de inmediato a las cámaras, mientras que los otros 19 gobernantes y Cancilleres del continente que suscribían la llamada Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección pasaban detrás de él y ocupaban su sitio.

El documento anunciado al final de la Cumbre de las Américas, el pasado 10 de junio, se presentó como una visión innovadora, progresista y con un sentido de corresponsabilidad para atender el fenómeno de la migración en el hemisferio occidental, desde la Patagonia del Cono Sur hasta Nuvanut, la región más septentrional de Canadá.

La declaración está compuesta por cuatro pilares en los que se detallan los compromisos adoptados: Promover Estabilidad y Asistencia, Incrementar las Vías Legales de Migración, Impulsar una Gestión Humana de la Migración y Promover una Respuesta Coordinada a Emergencias.

No obstante, según especialistas y activistas, el documento está repleto de promesas y buenos deseos, muchos en su mayoría repetidos y no cumplidos en ocasiones pasadas, y flaquea por las acciones concretas anunciadas para sustentar la declaración.

"No se vio realmente un compromiso fuerte desde los propios Estados sino que más parecía una carta dirigida del Departamento de Estado hacia los gobernantes del resto de países de Latinoamérica", critica Javier Acevedo, director del Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos en Honduras (CIPRODEH).

"Las últimas cumbres lo que han mostrado es que todavía nos falta mucho más diálogo entre los países y mucho más compromiso, porque las declaraciones terminan siendo bastante atractivas, bastante bonitas en su forma, pero en el fondo realmente no implican mayores compromisos".

La Declaración de Los Ángeles es en efecto más de lo mismo, asegura Acevedo.

De hecho, muchas de las acciones que sí fueron anunciadas como parte del "compromiso histórico" son políticas que los países ya venían tomando desde meses atrás y que, para la Cumbre de las Américas, parecen anexadas en el documento para rellenar.

Tal es el caso, en el pilar de la Gestión Humana de la Migración, de la "Operación Sting" contra el tráfico de migrantes, promocionada por EU para la Declaración, pero que inició hace meses, o, en ese mismo pilar, la iniciativa de la Administración Biden para agilizar los procedimientos de asilo en la frontera con una norma que se implementó en mayo y que fue anunciada por primera vez en agosto de 2021.

AMLO: oportunidad perdida

Ariel Ruiz, analista del Migration Policy Institute (MPI), reconoce que a la Declaración le hicieron falta compromisos concretos por parte de los países para sustentar las ideas planteadas, pero afirma que "es una buena ruta" para un alcance coordinado de la migración en la región.

"La declaración, con sus principios generales, es buena e importante, pero falta todavía definir cómo se puede implementar", detalla en entrevista.

"Apunta a una nueva dirección en la que cada país es responsable de su capacidad para abordar la migración de una manera más íntegra.

Eso es lo bueno".

Lo nuevo, añade, es que los recursos prometidos se entregarán a los países para que ellos mismos administren sus sistemas de atención a los migrantes.

La Cumbre innegablemente estuvo marcada por la ausencia de varios gobernantes que se unieron al reclamo del Presidente Andrés Manuel López Obrador por la decisión de Washington de excluir a los líderes de Cuba, Nicaragua y Venezuela al considerarlos no democráticos.

En materia migratoria, las inasistencias fueron aún más simbólicas: además de AMLO, faltaron la Presidenta de Honduras, Xiomara Castro; el de Guatemala, Alejandro Giammattei, y el de El Salvador, Nayib Bukele.

Junto con México, estos tres países representan más del 60 por ciento de migrantes expulsados hacia Estados Unidos y, al no acudir, perdieron la ocasión de hacer sonar más sus voces y sus demandas.

"La ausencia del Presidente López Obrador fue una gran oportunidad que se perdió para obtener un liderazgo y presentar la idea de lo que la migración significa para México y cuál es la política migratoria en los años que vienen", considera Ruiz.

"Al final del día, la Cumbre no representó a los países de tránsito ni de origen a alto nivel. Esa ausencia me deja algunas dudas de cómo se van a implementar esos compromisos".

No atienden causas migratorias

Durante la Cumbre en Los Ángeles, la Vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, reveló nuevos compromisos de inversiones privadas para Centroamérica como parte de la misión de atender las raíces de la migración que le encomendó en marzo de 2021 el Presidente Biden, después de un alza récord en los cruces de indocumentados en la frontera sur de Estados Unidos.

En total, los compromisos que Harris ha logrado atraer hasta la fecha llegaron a 3.2 mil millones de dólares que empresas como Visa y Microsoft invertirán para "proporcionar esperanza para las personas en la región de construir vidas prósperas y seguras en su hogar", según lo informado por la Casa Blanca.

Sin embargo, desde Centroamérica denuncian que no han llegado ni siquiera los primeros 1.2 mil millones de dólares que habían sido comprometidos hasta antes de la Cumbre.

"Todavía no han llegado los recursos, incluso en el caso nuestro estamos ahí en medio de una crisis económica en el Gobierno", dice Acevedo, del CIPRODEH de Honduras.

A pesar de que considera que cualquier ayuda, aunque no resuelva de raíz el problema, es positiva, Acevedo se dice preocupado por el sector al que podrían llegar los recursos.

"En los últimos años hemos visto que la inversión ha estado principalmente orientada a explotación de recursos naturales y esto tiene unos impactos no solo ambientales sino que humanos bastante importantes, incluso en el caso nuestro constituyen un disparador para la migración irregular".

Más aún, independientemente de la cantidad de recursos que lleguen a la región, eso no solucionará de tajo el problema si no se invierte a largo plazo en reformas estructurales, si no se ataca la corrupción y el narcotráfico, sostiene.

Y en eso último, Estados Unidos tiene una responsabilidad insoslayable al ser el consumidor de drogas número uno del continente y como potencia política y económica que ha tolerado regímenes corruptos cuando le conviene, pero que aísla otros cuando la ideología no le es afín, agrega.

Así sucedió, indica Acevedo, con el ex Presidente de Honduras Juan Orlando Hernández, quien se reeligió en unos comicios tachados de fraudulentos, a pesar de que la Constitución del país prohibía un segundo mandato.

Semanas después de que dejó el poder, el Gobierno de EU pidió la extradición de Hernández.

"A él lo mantuvieron en el poder durante cuatro años más de lo que le correspondía originalmente, porque ellos reconocieron un triunfo que no existió en la realidad.

Ese es un tema de corresponsabilidad", acusa.

'La migración seguirá'

En todo caso, aunque Biden y los demócratas buscan aminorar el peso político de la migración antes de las elecciones de medio término de noviembre, en las que podrían perder el control del Congreso, los flujos en la frontera seguirán en los niveles actuales pronostica Ruiz, del MPI.

Tan sólo en mayo, los arrestos de inmigrantes que cruzaron la frontera sur de Estados Unidos de forma ilegal llegaron a un récord mensual de 239 mil 416 y, desde marzo del año pasado, no han bajado de los 160 mil al mes.

"Tenemos que darnos cuenta que la migración va a seguir por mínimo tres o cuatro años en niveles como lo estamos viendo ahora", indica al sugerir ver a inversiones a largo plazo, de 5 o 10 años, en el tema.

"Tenemos que ver más allá de esas elecciones".

Y el hallazgo esta semana en San Antonio, Texas, de un tráiler con decenas de migrantes muertos por el calor sofocante es una muestra más de lo urgente que es para Estados Unidos y para todo el continente tomar medidas enfocadas en las personas y no en la política.

"Siempre es una retórica, es un discurso similar: 'gestionemos la migración, los países son los responsables'", zanja Aracely Martínez Rodas, antropóloga guatemalteca y autora del libro Yo Migrante, que relata historias de mujeres y hombres que han emprendido el viaje desde Centroamérica a EU.

"No hay un diálogo serio y comprometido para realmente poner a la persona al centro, que eso es lo que se necesita. Porque la gente va a seguir saliendo, buscando alternativas para vivir, ya no digo vivir mejor, le digo vivir, porque aquí la gente está sobreviviendo".