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Llaman a visibilizar autismo en mujeres

Especialistas indican que rasgos sutiles del espectro autista y roles sociales fomentados en niñas retrasan diagnóstico y atención.
lunes, 3 de abril de 2023
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Agencia/Reforma

El día que Lucía Parra fue diagnosticada con autismo, a los 18 años, muchas cosas cobraron sentido.

Había pasado gran parte de su vida creyendo que algo estaba mal en ella, pues se sentía muy diferente a los demás en gustos, formas de pensar y relacionarse.

"En ese momento, me hicieron clic muchas cosas", cuenta Lucía, estudiante de Psicología.

"Fue como agregar una pieza del rompecabezas que faltaba".

El autismo o trastorno del espectro autista (TEA) es una condición relacionada al desarrollo del cerebro, cuyas causas apuntan a lo genético y ambiental, y que puede afectar en la comunicación y las interacciones sociales.

Mientras que muchos niños varones son diagnosticados en la infancia, es común que las mujeres sean detectadas a edades más avanzadas, lo que puede ocasionarles años de confusión, agresiones sociales y problemas de salud mental.

"Vienen a valoración en la etapa de la adolescencia, que apenas están siendo detectadas, o a veces a nivel prepa o universitario", señala la psicóloga Pamela Herrera, del departamento de valoración, diagnóstico y orientación familiar en Autismo Arena A.B.P.

Las personas con TEA podrían presentar diversos signos como evitar contacto visual, realizar movimientos repetitivos, ser más sensibles a ciertos estímulos y obsesionarse con temas de interés, pero en todos se desarrolla diferente y por ello se le llama espectro.

Al conmemorar hoy el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, especialistas y jóvenes con esta condición piden mayor visibilización del TEA en mujeres.

I. CAMUFLAJE SOCIAL

Los niños tienen cuatro veces más probabilidades de ser diagnosticados con autismo que las niñas, de acuerdo con el último reporte de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el cual toma datos del 2020.

Especialistas en TEA consideran que el diagnóstico en mujeres pasa más desapercibido que en varones por la combinación de dos factores: uno es que los rasgos en ellas suelen ser más sutiles que en ellos.

"Los niños pueden tener más características como movimientos estereotipados, se mueven más, socializan menos, menos contacto visual, quieren estar menos con las personas", indica la neuróloga pediatra Evelyn López Guevara.

"En las niñas es un poco menos".

Una de las principales diferencias, coinciden las especialistas López y Herrera, es que las alteraciones del lenguaje no están tan marcadas.

Y las niñas suelen ser más platicadoras, lo que les permite adaptarse a la sociedad.

"Generalmente", dice Herrera, "en las chicas se puede presentar el diagnóstico de una manera un poco más funcional. Tienden a tener un poco más de habilidades".

Pero hay otro factor que complica aún más el diagnóstico: los roles de género.

Existen ideas sociales sobre cómo debe comportarse una niña. Y algunas de estas características se asemejan a rasgos del autismo.

"Por ejemplo", dice López, "una niña que es muy retraída, que le gustan mucho los caballos, solamente decimos que así es ella".

Además, enfatiza la neuróloga, se les exigen actitudes como sonreír, mirar a los ojos, saludar o ser más sociables, aspectos que podrían ser complicados para una persona que vive dentro del espectro.

Y ante las exigencias, las niñas terminan enmascarando los signos del TEA.

Existe una teoría llamada enmascaramiento o camuflaje social, una estrategia para imitar comportamientos, ocultar intereses o tolerar ciertos estímulos.

Se cree que muchas niñas dentro del espectro aprenden a hacerlo de manera inconsciente.

"Personas de 15, 20, 30 años que están dentro del diagnóstico me comentan: 'Yo veía lo que hacían los demás y trataba de hacer lo mismo aunque no lo entendiera", dice Herrera.

Es común que las mujeres con TEA sean erróneamente diagnosticadas con trastornos límite de la personalidad (TLP), bipolar o de déficit de atención (TDA).

II. CAMINO AL DIAGNÓSTICO

Alexia Martínez tenía 24 años cuando fue diagnosticada.

Durante el encierro por la pandemia del Covid-19 notó que se acentuaron ciertos rasgos que siempre tuvo, pero había ocultado: empezó a enfocarse demasiado en temas de interés al punto de no dormir o comer y tenía movimientos repetitivos como balancearse mucho.

"Siento que pasé muchos años con muchas preguntas, escondiendo muchas cosas mías", dice Alexia, de 26 años y quien erróneamente había sido diagnosticada con TLP.

"Muchas veces llegué a pensar 'no soy de este planeta, nadie me entiende ni yo los entiendo a ellos'".

Así como muchas adolescentes y mujeres con autismo, pasó por años de comentarios agresivos en la escuela, que la etiquetaban como rara y ella no entendía por qué.

Desde corta edad desarrolló ansiedad y depresión, padecimientos comunes en chicas dentro del espectro que no son diagnosticadas a tiempo.

Como consecuencia, dejó inconclusa la licenciatura en Ciencias del Lenguaje en Enseñanza del Inglés en la UANL sin darse de baja de manera oficial, y actualmente está en búsqueda de que la universidad le permita retomarla.

"Espero que en un futuro no muy lejano haya más estudios en autismo en niñas para que haya pequeñas que las diagnostiquen a pequeña edad y no tengan que pasar por tanto que pasamos nosotras las adultas", dice Alexia.

Su historia es evidencia de la importancia de un diagnóstico temprano.

No importa qué tan sutiles o marcados sean los rasgos de una persona con autismo, indica la neuróloga López, mientras no tenga su diagnóstico pensará que hay algo mal en ella y no podrá recibir el apoyo y terapia que necesita.

"Aunque un diagnóstico no me define, me ayuda a identificar a qué se deben ciertas cosas mías", dice Lucía.

"Antes, al no saber, sentía impotencia y frustración, pero ahora siento que tengo más herramientas a la mano".

Un caso de detección temprana es Andrea Valenti, de 27 años, quien fue diagnosticada a los 2 años y medio. Ella misma dice que su historia no es común.

En busca de generar mayor conciencia sobre esta condición tiene una página de Facebook llamada "El autismo es un Dragón", pues considera que estos animales comparten ciertas características del TEA.

"La verdadera inclusión es cuando hay actos de confianza sin importar el sexo, la preferencia sexual, la raza o la discapacidad", dice Andrea.

 

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