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¿Ya se hizo la PCR para detectar VPH?

Algo tan básico como una prueba de PCR, del tipo de las que tanto se han hecho durante estos años de pandemia, puede bastar para prevenir el cáncer.
lunes, 17 de abril de 2023
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Agencia/Reforma

Algo tan básico como una prueba de PCR, del tipo de las que tanto se han hecho durante estos años de pandemia, puede bastar para prevenir el cáncer.

Específicamente el cáncer de cuello uterino, cuyo desarrollo está en estrecho vínculo con el Virus de Papiloma Humano (VPH), que es lo que en este caso se busca detectar a través de dicha prueba.

"Es una exploración pélvica con un espejo vaginal, y se toma la muestra del cuello uterino", detalla en entrevista telefónica la doctora Patricia Ortega, jefa del Laboratorio de Citología del Hospital General Regional de León.

"Es, tal cual, como tomar un Papanicolau", ilustra la también académica de la Universidad de Guanajuato y ex presidenta de la Academia Mexicana de Citopatología, sobre un procedimiento que sólo toma unos minutos.

Si bien, relata la especialista, se está estudiando la posibilidad de la autotoma para que sean las propias mujeres quienes recojan una muestra de secreción a la cual se aplique luego la prueba de PCR, por el momento lo que hay es el método tradicional en el consultorio, bastante efectivo para detectar la presencia de las cepas del VPH con mayor potencial oncogénico, es decir, capaces de producir cáncer.

"Sabemos que tener el VPH 16 te confiere 300 veces más riesgo de tener cáncer de cuello uterino", señala Ortega, en el marco del Día Mundial para la Prevención de este tipo de cáncer, celebrado el pasado 26 de marzo.

Un cáncer que se produce cuando las células sanas del cuello uterino --la parte inferior del útero que se conecta a la vagina-- desarrollan mutaciones en su ADN que las hacen crecer y multiplicarse desproporcionadamente hasta formar un tumor.

Las células cancerosas, además, invaden los tejidos cercanos, y también pueden desprenderse de un tumor para diseminarse --hacer metástasis-- en otras partes del cuerpo.

Y aunque prevenible, el también llamado cáncer cervicouterino, lamentablemente, persiste en México como la segunda causa de mortalidad en mujeres por cáncer, sólo detrás del de mama.

En parte por tratarse de una neoplasia silente, de la que no hay síntomas ni signos sino hasta estados avanzados.

Aunque también por la referida relación con el VPH, una de las infecciones de transmisión sexual más frecuentes. Lo cual añade un factor de complejidad de carácter más bien social ligado a prejuicios y menesteres educativos.

"Desafortunadamente, todo esto está muy mitificado, porque nadie quiere hablar de salud sexual", apunta Ortega, para quien no es fortuito ver que mientras un cáncer como el de mama se puede anunciar públicamente, el de cuello uterino es más bien reservado.

"Todo esto tiene que ver con el estigma de que, bueno, 'si tienes VPH es que eres promiscuo'. Y eso es falso", remarca la doctora. "Con sólo tener una sola pareja, con eso puedes tener para contagiarte".

Incluso el virus puede haber sido contraído en las primeras relaciones sexuales durante la adolescencia -como usualmente ocurre-, y permanecer latente o mantenido a raya por las defensas del organismo a lo largo del tiempo.

Algo positivo es la existencia de la vacuna contra VPH, parte del Programa Nacional de Vacunación desde 2012, con la cual se inmuniza a niñas de 13 y 14 años, tal como instrumentó el IMSS en la CDMX desde finales de 2022.

Hasta el 21 de febrero pasado sumaban 92 mil 700 vacunas suministradas.

"Se sabe que en ellas (las menores de 15 años) es más efectivo porque no han iniciado relaciones sexuales", explica Ortega. "Desafortunadamente, los recursos no alcanzan para vacunar a más población".

Cabe señalar que mientras en 2017 el sistema de salud público aplicó 2 millones 408 mil 479 vacunas contra VPH, en 2019 la cifra disminuyó a un millón 436 mil 645 vacunas; para 2020 serían aplicadas 298 mil 686 vacunas, y en 2021, apenas 94 mil 907 (REFORMA 02/11/2022).

Esto dificulta que el País pueda apegarse a la estrategia 90-70-90 de la OMS para erradicar el cáncer cervicouterino, que plantea un 90 por ciento de cobertura de vacunación, además de 70 por ciento de mujeres tamizadas con pruebas de alta calidad, y 90 por ciento de cánceres diagnosticados tratados oportunamente.

"Al no tener una campaña fortalecida y al no prevenir esto, pues al País nos sale mucho muy caro tener este tipo de mujeres con toda la morbilidad que les causa a ellas (el cáncer), y el problema social.

"Porque el cáncer de cuello uterino no nada más es un problema de salud, es un problema de equidad de género, de equidad económica, de falta de acceso a servicios de salud", subraya Ortega.

La recomendación de la especialista es, además de procurar la vacunación, realizarse los análisis médicos tal cual lo dicta la Norma Oficial Mexicana (NOM-014-SSA2-1994): de 25 a 34 años, Papanicolau; y de los 35 a 64 años, un estudio de detección de VPH a través de pruebas de PCR.

"Teníamos siempre ya la costumbre de hacernos un Papanicolau cada año, pero ya se ha visto que no es necesario. La Norma Oficial Mexicana, que se sustenta en muchos estudios epidemiológicos mundiales y locales, ha encontrado que la mejor fórmula es que de los 25 a 34 años se realice la mujer un Papanicolau anual los primeros dos años, y posteriormente cada tres años

"Y, de los 35 a los 64 años, una prueba de detección de VPH. Se sabe que si esta prueba es negativa, te la tienes que realizar hasta cinco años después", resalta la doctora.

"Esto nos facilita a las mujeres tanta ida al médico, tantas pruebas".

 

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