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'La única felicidad es la imperfecta'

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Gabriel Rolón desmitifica la felicidad: está idealizada, siempre es imperfecta, no tiene que ver con el éxito ni la euforia.
miércoles, 8 de mayo de 2024
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Agencia/Reforma

Gabriel Rolón desmitifica la felicidad: está idealizada, siempre es imperfecta, no tiene que ver con el éxito ni la euforia.

En su nuevo libro, La Felicidad. Más allá de la ilusión (Paidós), el psicoanalista argentino incluye historias personales, de sus pacientes, de la literatura y la mitología, que cuestionan ideas preconcebidas sobre ese tema.

"Los seres humanos, por lo general, tenemos esa tendencia a idealizar mucho las cosas. Idealizamos nuestra niñez, a nuestros padres, el amor, y me parece que también idealizamos mucho la idea de la felicidad", explica en entrevista, durante su visita a México el pasado mes de marzo.

Creemos que la felicidad es un momento o un estado en el que nada nos falta, agrega, y que llegaremos a ella cuando logremos estar completos, sin heridas, dolores ni tristezas.

"Si la felicidad fuera eso, la felicidad no existiría. ¿Por qué la gente no es feliz? Porque la idealiza demasiado, porque pretende algo que jamás va a lograr un ser humano.

¿Quién de nosotros camina por la vida sin heridas? ¿Quién no extraña a un ser querido que perdió? ¿Un amor que no fue? ¿Una ilusión que no salió? ¿Un proyecto que se frustró?", se pregunta el autor de obras como Historia del diván, Encuentros (El lado B del amor), El precio de la pasión y El duelo.

Y entonces, ¿qué clase de felicidad sí es posible?

Yo acuñé una palabra, un neologismo, faltacidad, que es una felicidad que es capaz de alojar nuestras faltas, nuestros dolores, nuestras ausencias.

La felicidad, la idealizada, no existe. Existe la faltacidad, que es una felicidad imperfecta, una felicidad a veces un poco triste, una felicidad que no elimina nuestros dolores de vida.

Y aclara: en este libro el lector no va a encontrar la fórmula de la felicidad.

"Respeto la convicción de que cada ser humano tiene una felicidad que le es propia. Que lo que te hace feliz a vos, no me hace feliz a mí, probablemente.

A veces, el hecho que hace feliz a uno, hace infeliz a otro. Esto es la vida", remarca.

Debemos apuntar a la felicidad o, al menos, construir un estado interior capaz de vivir momentos de felicidad, que acepte que a veces hay que ser feliz, aunque sepamos que esas cosas no van a dudar.

Y, además, la vida misma es una fuente de desdicha. Enlista: la gente que amamos se muere, la pareja nos abandona, nos traicionan a veces, los amigos algunas ocasiones nos desilusionan, del trabajo nos echan, la vida todo el tiempo atenta contra la felicidad eterna.

"Por eso hay que asumir esos momentos de felicidad que ocurren aquí y ahora, y no obsesionarnos por proyectarla en un futuro", propone.

También existe el riesgo del autoengaño, de la ilusión y confundirlo con la auténtica felicidad...

Sí, claro. Nos engañamos mucho. Confundimos la felicidad con el éxito, con la alegría, con la euforia. Y la felicidad es bastante distinto.

Creo que es un estado mucho más calmo, mucho más pacífico que la euforia, que el saltar a gritos, requiere de un momento de introspección.

Y hay mucha gente que confunde estar feliz con no estar mal. No están siendo felices. Dicen: no me falta nada, mi familia está bien, nadie está enfermo.

Bueno, eso es no estar mal. Ser feliz es mucho más difícil y hay que trabajar mucho más para construirla.

¿El tipo de mundo en el que habitamos 'conspira' contra nuestra felicidad?

Vivimos en un mundo caótico, agresivo, lleno de discriminación, de destrucción y no podemos evitar que nos afecte. Es más, no sólo no podemos, no debemos.

Yo, si alguien es muy feliz, mientras a su alrededor la gente está sufriendo, a mí no me gusta esa persona.

También debemos entender que no podemos esperar a que el mundo sea amable para poder ser feliz. Siempre ha habido pueblos en guerra. El ser humano es destructivo, conflictivo, complejo, por eso yo creo que lo que podemos hacer en un mundo tan difícil es construir en nuestro micromundo, con tu familia, con tus amigos, con tus compañeros de trabajo.

Trabajar mucho para que en el pequeño mundo que habitamos dentro del gran mundo convulsionado, las reglas sean otras, nos tratemos con amabilidad, con gentileza, con respeto, nos pidamos perdón si nos equivocamos, nos demos un abrazo aunque no opinemos lo mismo.

En esos 10 metros cuadrados construyamos otro mundo.

¿La felicidad se busca, se construye, es el azar?, ¿o es un poco de todo?

Yo creo que es un poco de todo eso. De lo que dijiste lo que menos me gusta es 'se busca', porque toda búsqueda está condenada al fracaso.

Cuando buscamos algo siempre encontramos otra cosa. Vos proyectás y es una ilusión y una expectativa tan grande cuando buscamos algo que, cuando encontramos eso, es menos de lo que creíamos, entonces, nos va a desilusionar.

Sí es importante trabajar mucho para encontrar ese estado. Ya estoy construyendo la felicidad cuando intento ser más tolerante, más comprensivo, cuando renuncio a pelear.

Claro que hay batallas que merecen ser libradas, pero son muy pocas en la vida. La mayoría de las veces estamos en disputa por cosas que no tienen ninguna importancia.

Veo gente que se quiere, pero pelea y pelea, 'yo te dije y tú me dijiste', 'pero cuando tu hiciste'. Una vez le dije a unos pacientes, ¿saben cuál es el problema?, que vos querés tener razón y vos querés tener razón, y a veces hay batallas que vale la pena no dar.

Muchas veces es preferible tener paz y no tener razón. Si es trascendental, hay que expresarse, pero si es una estupidez, déjalo y dale la razón.

¿Y tiene que ver el azar? Por supuesto, porque a lo mejor en el lugar en el que conociste a la persona que amas, tal vez ese día podrías no haber ido.

Y luego ya lo que construyan depende de ustedes.

ASÍ LO DIJO

"La felicidad, la idealizada, no existe. Existe la faltacidad, que es una felicidad imperfecta, una felicidad a veces un poco triste, una felicidad que no elimina nuestros dolores de vida".

"A veces hay batallas que vale la pena no dar. Muchas veces es preferible tener paz y no tener razón. Si es trascendental, hay que expresarse, pero si es una estupidez, déjalo y dale la razón".

 

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